Invitada: María Luisa Storani - 7a candidata a Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires del Acuerdo Cívico y Social
Momentos importantes de la grabación
- Inicio: "Aurora", de Quesada-Illica/Panizza - por José Cura
- 01:30-02:00: Presentación - Reflexiones sobre el Día de la Bandera
- 02:10-44:02: Entrevista telefónica a María Luisa Storani
- 44:37-46:27: Tema musical - "Saludo a la bandera", de Leopoldo Corretjer - por Fabiana Cantilo
- 46:40-54:42: Mesa de café - Reflexiones sobre el tema musical - Entrevista a Miguel Vidal, de la Asamblea de Vecinos de San Isidro en Defensa del Patrimonio Público y los Derechos Sociales, por un acto en defensa del viejo Hospital de San Isidro
- 54:46-56:24: Cierre: "Mi bandera", de Chassaing-Imbroisi
Letras de las canciones:
Aurora
Letra de H.C. Quesada y L. Illica
Música de Héctor Panizza
Alta en el cielo, un águila guerrera
audaz se eleva en vuelo triunfal;
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.
Así en la alta aurora irradial,
punta de flecha el áureo rostro imita,
y forma estela al purpurado cuello.
El ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.
Saludo a la bandera
Letra y música de Leopoldo Corretjer
Salve, argentina bandera azul y blanca,
jirón del cielo en donde reina el sol;
tú, la más noble, la más gloriosa y santa;
el firmamento su color te dio.
Yo te saludo, bandera de mi patria,
sublime enseña de libertad y honor,
jurando amarte, como así defenderte,
mientras palpite mi fiel corazón.
Mi bandera
Letra: Juan Chassaing
Música: Juan Imbroisi
Aquí está la bandera idolatrada,
la enseña que Belgrano nos legó,
cuando triste la Patria esclavizada
con valor sus vínculos rompió.
Aquí está la bandera esplendorosa
que al mundo con sus triunfos admiró,
cuando altiva en la lucha y victoriosa
la cima de los Andes escaló.
Aquí está la bandera que un día
en la batalla tremoló triunfal
y, llena de orgullo y bizarría,
a San Lorenzo se dirigió inmortal.
Aquí está, como el cielo refulgente,
ostentando sublime majestad,
después de haber cruzado el Continente,
exclamando a su paso: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!
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